miércoles, 14 de septiembre de 2011

Jesús Ordoñez Pérez, Juan Seronero Sacristán, Alfonso López Fernández y Antonio Cedillo Toscano

El martes 14 de septiembre de 1982 ETA asesinaba a tiros en una emboscada en las afueras de Rentería (Guipúzcoa) a los policías nacionales Jesús Ordoñez Pérez, Juan Seronero Sacristán, Alfonso López Fernández y Antonio Cedillo Toscano. Sobre las once de la mañana los agentes se desplazaron hasta la venta Susperregui, en el caserío Franchilla, para tomar un almuerzo. Tres de ellos habían llegado vestidos de uniforme en un coche patrulla, mientras que los otros dos vestían de paisano y viajaban en otro coche, un Seat 131, sin identificación policial. Los seis miembros del comando Donosti de ETA observaron a los policías en el establecimiento y les esperaron en la carretera, en las proximidades de las cuevas de Landarbaso, junto a una curva muy pronunciada, que les obligó a reducir la velocidad. En esa curva, los policías se vieron envueltos en un fuego cruzado desde varios puntos con armas automáticas; trataron de repeler el ataque abriendo fuego con sus pistolas, pero sin llegar a hacer blanco sobre ninguno de los terroristas. Los dos vehículos quedaron empotrados contra el talud y recibieron cerca de un centenar de impactos de bala. Jesús Ordóñez Pérez y Juan Seronero, fallecieron en el acto acribillados bajo el fuego cruzado. Otros dos agentes, Alfonso López y Juan José Torrente, fueron heridos de gravedad, así como el quinto policía, Antonio Cedillo, uno de los agentes que vestían de paisano, que a pesar de sus heridas pudo arrastrarse por la carretera en dirección a Rentería, mientras dejaba en el asfalto un gran charco de sangre. Tirado en el suelo lo encontró un vecino que vivía en un caserío cercano; al ver al policía mal herido, el casero detuvo su furgoneta y lo recogió para llevarle a un centro sanitario pero, apenas un kilómetro después, tres de los etarras que habían huido les salieron al paso y obligaron al conductor a parar, registraron el vehículo y al ver al policía herido le dispararon un tiro en la nuca. Alfonso López fallecía, ingresando ya cadáver en el centro hospitalario. El otro agente gravemente herido, Juan José Torrente, salvó su vida, aunque las secuelas físicas nunca desaparecerían por completo. Descansen en paz. ++++

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